domingo, 26 de abril de 2009

Reencuentro en el Poligono Sur (Sevilla).

El viernes por la noche volví a la Flora Tristán, volví a mi casa de Las Letanías (Polígono Sur), después de algo más de un año.
La visita con motivo de una fiesta de una compañera del Master que ahora vive allí estuvo llena de recuerdos, una pena que no estuviera también plagada de reencuentros con viejos amigos, pero supongo que la gente se habrá ido como yo, cada uno a su debido tiempo.
Subimos a la azotea desde la que se ve todo el barrio "Las 3000", momento que me emocionó, por que desde ahí mostraba a los compañeros los entresijos del barrio y las historias de niños absentistas, drogadictos y gitanos que iba recordando...

Hoy me acordé de un blog que escribe un compañero que al igual que yo hice durante 3 años, trabaja por hacer de ese barrio un lugar un poquito mejor. Se llama Antonio Dominguez y su blog
www.mipoligonosur.org/

Aquí os reproduzco una entrada muy interesante escrita eso sí, antes de Navidad. Está tomada de un periódico pero expresa muy bien la realidad que allí se vive.
Va por esas personas que siguen trabajando por que la vida en ese barrio sea un poco más digna.

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Los efectos de la crisis Las dificultades familiares aumentan en un barrio deprimido.


Vecinos en apuros en Jesús Obrero.

La parroquia de la barriada Murillo, en el Polígono Sur, lleva mes y medio desbordada por familias con carencias urgentes que los trabajadores sociales del Ayuntamiento no pueden atender por falta de fondos.

Hipólito Gómez y María Paz Siboni (tercera por la izquierda) charlan con seis mujeres en Cáritas.


Interior de la tienda de Jesús Obrero, en plena actividad.

La crisis económica en barrios desfavorecidos de Sevilla está provocando situaciones desesperadas en familias que antes vivían con lo mínimo, como en la barriada Murillo (Tres Mil Viviendas) del Polígono Sur. Ahora hay días que no tienen qué comer o a lo sumo les queda un paquete de lentejas para una media de cinco a diez personas. El paro y la subida de la renta de alquiler al doble o al triple han agravado los problemas cotidianos de la población de la zona sin que lo remedie la ley de Dependencia. Hasta septiembre, los trabajadores sociales del centro cívico El Esqueleto cubrían buena parte de estas carencias, pero, con los fondos municipales agotados hasta marzo de 2009 por la burocracia, los técnicos están derivando a los afectados a su parroquia, en este caso la comunidad salesiana de Jesús Obrero. El párroco José González, los voluntarios de Cáritas y la trabajadora social se han visto desbordados ante las colas de vecinos que los martes y jueves piden ayuda urgente cada semana. Hay más casos de droga y de gente que duerme en la calle. "La crisis se nota muchísimo. Recibimos avalanchas de gente los martes y jueves desde hace mes y medio con problemas de todo tipo desde económicos a domésticos. Vienen a buscar ayuda para pagar la contribución de luz o de agua, reparar los cristales de las ventanas para que no entre tanto frío, la nevera, la lavadora... Otros no tienen dinero para pagar los seguros del coche o para renovar los carnés de conducir vehículos pesados con los que podrían salir del paro. La semana pasada nos desesperamos de ver tantas necesidades sin poderle dar solución", relata la religiosa María Paz Siboni, una de las ocho personas voluntarias. "Los casos más importantes que nos vienen son de gente que no tiene para comer; se han quedado en paro o bien no pueden hacer frente a deudas o alquileres de 300 euros que han subido a 600 euros", cuenta angustiado Hipólito Gómez, director de Cáritas de Jesús Obrero. La precariedad ha abierto agujeros insalubres en cocinas o baños por los que salen cucarachas y ratas, explica Rosario Díaz, que visita los domicilios para comprobar la situación de los afectados y, ante la falta de fondos, no se da abasto para atender necesidades de desratización o fumigación en los pisos. Rosario concluye sin duda que "antes, aquí había mucha pobreza, pero este año hay hambre". En la cola de vecinos en apuros esperan 14 personas su cita con Cáritas. Es jueves por la mañana y no hay citas libres hasta dentro de tres semanas. Carmen R. no sabe cómo estirar los 600 euros que entran en casa para pagar deudas y alimentar y vestir a dos hijos, una nieta y un marido enfermo de 57 años con cinco operaciones. "Es la primera vez que me veo aquí. Hemos pagado todas las deudas y ahora estamos en las mismas porque necesitamos comer", refería con preocupación a este periódico. A su lado, vestida de negro, Remedios busca apoyo en Cáritas porque se le agotó el trabajo de limpiar escaleras en el barrio y necesita ingresos para un hijo adolescente y otro enganchado a la droga que le roba en su casa. Con la crisis se le esfumó la posibilidad de ganar 400 euros con un cursillo remunerado de limpiadora de mantenimiento que iba a hacer este mes en la Junta. El martes pasado llegó un caso de desahucio por impago de alquiler de una pareja en paro con dos hijas, vecina de Las Vegas, en la que no entra un duro hace meses; él del sector de la construcción y ella, Maribel, cocinera en un restaurante. Los echaron a la calle el 31 de octubre y están de okupas en un piso del barrio, pero la Administración quiere retirarles temporalmente a sus hijas. El caso se derivó a la parroquia de San Pío.El caso de los inmigrantes es aún peor. El jueves llegó una familia nigeriana pidiendo comida para el bebé de ocho meses de su hija; el trabajo de vendedor de pañuelos del marido no les llega para tanto. Lourdes, la voluntaria con más experiencia, sólo pudo darle una cita para estudiar su caso el martes siguiente, pero la familia se fue contenta.La solución que da la parroquia de Jesús Obrero a estas dramáticas situaciones son muy limitadas. Antes de la crisis se colocaba a los parados en empresas colaboradoras de la fundación salesiana Incorpora, en lavanderías del barrio o comercios de otros barrios, algo imposible con la que está cayendo. Así pues, para disgusto del párroco José González y su equipo, no pueden ayudar más que con algún dinero con el que ir tirando, aunque sean 30 euros. "Ahora no tenemos medios para necesidades muy serias con raíces muy profundas. Sólo la buena voluntad no sirve y las buenas palabras tampoco. La solución es educativa y de empleo", lamenta Hipólito Gómez, crítico con que el comisionado del Polígono Sur tenga 40 trabajadores sociales que poco pueden hacer si falta presupuesto del Ayuntamiento para atender a las familias en apuros. "Estamos en situación de impotencia. Nosotros lo que hacemos es un parcheo, darle para que hoy coma, un puro asistencialismo, pero la situación se repite sin que podamos promocionar de verdad a la persona", denuncia el párroco.Por fortuna no todo son desgracias. La vecina María José R., pese a la crisis, prospera con la cooperativa de pintura que montó con ayuda de Cáritas y cada mes reúne ingresos para devolver poco a poco ese préstamo a la parroquia. Ejemplos de promoción de las personas como éste son los que compensan y por los que luchan el párroco y sus voluntarios.


Diario de Sevilla - Ana Sánchez Ameneiro

1 comentario:

lys dijo...

Mi corazón esta con los que se esfuerzan por ayudar a personas con necesidades, las que sean. Estamos viviendo en tiempos malos y muy difíciles de manejar.

Un saludo y sigamos apoyando que aunque parezca poco mucho es.